La comisaría norte by José Luis Romero Jordán

La comisaría norte by José Luis Romero Jordán

autor:José Luis Romero Jordán [Romero Jordán, José Luis]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Policial, Novela
editor: ePubLibre
publicado: 2012-05-15T00:00:00+00:00


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Seguidamente, se centró en los planos de colectores y alcantarillas que le había conseguido Ramón. Un laberinto de conductos que transitaba el subsuelo de la comisaría y las parcelas limítrofes, incluyendo el paseo de Verdum, el paseo de Urrutia y la calle Villalba de los Arcos, hasta el paseo de Valldaura. A primera vista llamó su curiosidad un remarcado paralelogramo dibujado sobre la calle Villalba de los Arcos, el depósito de aguas pluviales. Un depósito con una capacidad para dieciocho mil metros cúbicos de agua. Repasó sus dimensiones: ciento dos metros de longitud, veintiséis de anchura y cinco de profundidad. Luego puso su atención sobre los colectores de entrada al depósito: metro ochenta de diámetro, lo suficientemente amplios como para permitir la entrada a todo un batallón.

Recorrió con el dedo unas trazas azules que señalaban el recorrido de la red bajo el paseo de Urrutia y la calle Villalba de los Arcos y que confluían en el paseo del Doctor Pi i Molist. Una ramificación de este tramo continuaba hasta el parque Central y otra se prolongaba hasta el edificio de la comisaría. La variedad de secciones en los colectores y tuberías despertó su curiosidad. Había tubulares pequeños, medianos y otros un poco más grandes, también colectores normales y grandes colectores. Se ocupó un rato en remarcar los tramos que permitirían el paso de una persona.

Luego encendió un cigarro, el último del paquete, se arrellanó en el sillón y cerró los ojos. Pensamientos que vagaban entre neblinas, fumarolas que ascendían remolineando hasta disiparse.

Un rato después decidió echar un vistazo al foro no oficial de la policía. Se quedó perplejo al leer las reacciones que había suscitado un desalojo de estudiantes en la plaza de Sant Jaume. La UMA había cargado con contundencia y había diversos heridos, entre ellos varios turistas, un niño y dos periodistas. Invirtió unos minutos leyendo el variado cruce de acusaciones y reproches entre supuestos ciudadanos de bien e hipotéticos policías, la mayoría con muy poca educación y de muy mal gusto. Cuando se dio cuenta, el cigarro estaba medio quemado sobre el cenicero. Lo apagó y buscó otro por los cajones del escritorio. Pero en lugar de un cigarrillo, dio con la revista de pasatiempos Quizz, aquella revista tomada del escritorio de Salazar. Inmediatamente se sintió arrepentido del acto. No le correspondía tenerla.

La ojeó por simple curiosidad, estaba sin estrenar. Recordó que con ocasión de algún viaje había comprado alguna, pero hacía ya tanto tiempo de eso que hasta encontró cambiado el formato de la portada. Pasó el dedo por el papel satinado, había unos arañazos. Balanceó la revista bajo la luz y los observó con suma curiosidad. Era una especie de grafía, una sucesión en relieve de caracteres, aunque totalmente desconocidos.

Entonces hizo lo que había visto hacer en multitud de películas. Tomó un folio de la impresora, lo colocó sobre la revista y garabateó con un lápiz. Inmediatamente surgió un encadenamiento de caracteres; letras colocadas bajo una disposición incomprensible. Se entretuvo examinando detenidamente aquella caligrafía, si es que era una caligrafía.



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